En la tercera semana de marzo, mis amigos empezaban regresarse de nuevo a los Estados Unidos por causa de la pandemia. Al fin de ésa semana, recibimos un orden del gobierno de los Estados Unidos para regresarnos. El gobierno de Jordan dió a la gente extranjera tres días para escoger entre regresar a su país nativo o quedarse en Jordan. Pensé que era mejor regresarme a los Estados Unidos para estar con familia. Me listé las maletas y a las seis de la mañana yo y cinco amigas nos fuimos juntos. En el camino a los Estados Unidos, hicimos una parada en los Emirates Árabes Unidos para un día entero. Ése país todavía no se había cerrado, pero ya fue notable el impacto del virus. El aeropuerto en los Emirates Árabes Unidos está reconocido como uno de de los aeropuertos más concurridos en el mundo, pero cuando llegue con mis amigas, nuestro grupo de seis fuimos el grupo más grande que ví.
En ésos tiempos todavía no hubo mucho conocimiento sobre el virus, y la opcíon más segura era regresar a mi hogar. Aúnque fue triste como se acabó el programa, fue lindo la oportunidad para ir a otros países. Nada es seguro en la vida y a pesar de suceder este evento global, tengo un cuento único y especial para mí.
