






Empecé mi camino hacia el Cuerpo de Paz desde mi niñez. Cuando tenía tres años, recuerdo a mi abuela cantándome canciones en alemán y en español cada vez que venía de visita. Ella fue quien inició mi camino para convertirme en una ciudadana global. Le decía “Omi” porque nació en Austria y, después, su familia se mudó a Venezuela. Diez años más tarde, Omi se trasladó a Puerto Rico y, eventualmente, a los Estados Unidos junto con mi abuelo. Recuerdo las fotos de mi mamá en su infancia cuando vivían en Puerto Rico.
En el ámbito educativo, me interesaron mucho mis clases de español y de culturas latinoamericanas que se ofrecían en la escuela intermedia y secundaria en Cazenovia, Nueva York. En esas clases, explorábamos mucho más que la gramática: aprendíamos sobre arte, historias clave, la rica gastronomía, los conflictos políticos actuales de distintos países, y veíamos películas que seguían las relaciones formadas durante un viaje de mochileros desde México hasta el extremo sur de América, en Chile.
Cuando entré a la escuela intermedia, mi familia se mudó a un pueblo pequeño, aunque más grande que el anterior.